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Catedral de Miranda do Douro

Iglesias y Monasterios

Largo da Sé, 5210-000 Miranda do Douro

De miércoles a domingo, de las 9 a las 12:30 horas y de las 14 a las 17.30 horas. Martes de las 14 a las 17:30 horas.

Días de cierre:

Lunes, martes (mañana)

41.4935187, -6.2735571

273 417 288

El Castillo de Miranda do Douro está clasificado como IIP - Propiedad de Interés Público. La Iglesia de Miranda do Douro, antigua Catedral de Miranda do Douro o Concatedral de Miranda do Douro, es una iglesia católica ubicada en la ciudad de Miranda do Douro, en el noreste de Portugal.

La construcción de la iglesia se inició en 1552 y se completó en la última década del siglo XVI. El proyecto fue realizado por Gonçalo de Torralva y Miguel de Arruda. En 1566, el obispo António Pinheiro consagró el altar mayor y en 1609, Diogo de Sousa informó al Papa que la construcción estaba terminada.

En el interior destaca el retablo del altar mayor, perteneciente a los grupos escultóricos de Gregório Fernández.

La catedral es el templo religioso más grande de la región de Trás-os-Montes, siendo catalogado como "Monumento Nacional de Portugal" por el Decreto No. 136 de 23 de junio de 1910. La leyenda del Menino Jesús da Cartolinha (Niño Jesús de la Chistera) data de principios del siglo XVIII. Fue en esta época, más concretamente en 1711, cuando el ejército castellano invadió Miranda y saqueó la ciudad durante varios meses. Sin esperanza de remisión, esperando el refuerzo de tropas que nunca llegaron, fue entonces cuando un niño vestido de noble supuestamente apareció en las murallas, llamando a los lugareños y gritando en armas contra los invasores. De cada casa salía gente armada con hoces, guadañas, rifles y palos para ahuyentar a los españoles.

Durante la batalla, el niño aparecería y desaparecería como por arte de magia, hasta el final de la pelea, cuando la ciudad fue liberada pero el niño se había desvanecido en el aire. Los lugareños lo buscaron por todas partes, pero en vano. El pequeño general había desaparecido. El pueblo de Miranda consideró que esta victoria contra los españoles era un auténtico milagro y que era, sin duda, un gran favor otorgado por intervención divina.

Luego hicieron esculpir una imagen del Niño Jesús vestido como un caballero, a la manera de la época, y la colocaron en un altar de la catedral.

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